Acapulco. Opinión.- La alcaldesa de Acapulco, Abelina López se autoengaña, es uno de esos tristes casos de personas que tienen una distorsionada opinión de sí mismos, creen que son magníficas personas, inteligentes, honradas y hasta creativas, pero sus hechos viles las delatan, por eso rechazan la autocrítica, evaden el autoanálisis.
Abelina es torpe al mentir. A nadie engaña con el cuento que se inventó de que cientos de personas fueron a su “casa de gestoría” porque son buenos ciudadanos y quieren ayudar a destapar los canales por la temporada de lluvias, que aún falta mucho para que llegue. ¿Qué no hay oficinas en el ayuntamiento de Acapulco?
Lo cierto es que Abelina prometió pagar, con recursos públicos -si no de dónde más-, a esas personas para que promuevan y lleven gente a votar a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador en la alicaída consulta de revocación de mandato.
El hecho fue denunciado por las mismas personas que acudieron a su “casa de gestoría” por invitación de operadores de la secretaria de Desarrollo Social, Leticia Lozano Zavala, pues de ahí pretenden pagarles como si fuera algún tipo de programa social, denunció con miedo un regidor de oposición que no quiere perder el sobresueldo que siguen cobrando como “gestoría”.
La respuesta de la alcaldesa negando tal hecho es normal. No hay ninguna persona en ninguna parte de los gobiernos de Guerrero que tenga el supremo valor de aceptar que ha cometido un error, que acepte que se equivocó. Sería una maravilla que alguien aceptara su equivocación.
Así funciona la mayoría y andan por la vida cargando su vileza, inventando relatos improbables para desplazar sus responsabilidades. Son esclavos de una creencia. Abelina es así, cuando dijo que corrompió a un juez, nunca aceptó que el hecho estuviera mal. Por lo contrario, desplazó la culpa y así se sintió bien. Pensó que todo mundo creyó en su honestidad y que la respetan. No corrigió y la consecuencia es que sigue mintiendo, es una persona inauténtica, falsa. Pero como es obvio, ella no se ve así. Son “los obscuros” los que la ven así.
Ahora, para tapar su forma de actuar errónea y corrupta, inventa que esas cientos de personas fueron por su propia voluntad a su “casa de gestoría” porque quieren ayudar. Salvo uno que otro, los acapulqueños jamás se ofrecen para trabajar de forma gratuita, menos al gobierno, menos los de las colonias pobres donde la necesidad obliga a cualquier cosa por falta de empleos.
Pero además, es absurdo que una alcaldesa tenga “casa de gestoría”, ¿por qué debería tener una casa de gestoría la alcaldesa que tiene el ayuntamiento a su disposición? Ok, la tiene para realizar trapacerías como la que acaba de ocurrir. Como todos los insensatos, Abelina supone que es muy astuta, muy lista. Para eso tiene a su amiga querida en Sedesol, para que se haga cargo de lo obscuro, pues ahí hay dinero de sobra.
Todo este tema de una alcaldesa que apoya la consulta de AMLO con recursos públicos es vomitable. Pero es más vomitable la cobardía y comodismo corrupto de los regidores de “oposición”. Todos se esconden, se coluden con la corrupción por ganar unos pesos más y abandonan a su suerte a Acapulco. Esa corrupción de hábitos y conductas, es la que día a día destruye cualquier expectativa de cambio para este destino turístico. Y claro, todo lo que se dice aquí les molesta, porque así es el encuentro con el sí mismo.
Acapulco no tiene remedio porque las personas dañadas que están en el gobierno no lo tienen, ni quieren cambiar, para existir seguirán echándole la culpa a los obscuros, cuando los verdaderos obscuros están en el gobierno.