México. Opinión.– México ha cambiado lo suficiente en los últimos años como para que los ciudadanos del país entero estemos bastante preocupados por la virtual candidatura del Senador Félix Salgado Macedonio, a la gubernatura de Guerrero.
En el marco preelectoral de lo que serán las elecciones más grandes de la historia de nuestro país, Morena se las arregló para volver a fallar a su electorado y, anteponiendo las razones políticas a las éticas, ha designado como Coordinador Estatal de la 4T y virtual candidato a la gubernatura de Guerrero, a un individuo que cuenta con un extenso prontuario de violencia contra la mujer.
De acuerdo a las declaraciones del exfiscal de Guerrero, Javier Olea Peláez, se reveló que Salgado Macedonio cuenta con una acción penal en su contra, por el delito de presunta violación, la cual no fue debidamente judicializada por instrucciones del gobernador Héctor Astudillo.
Mientras tanto, Salomón Jara Cruz, Senador y delegado especial de Morena en Guerrero para el proceso electoral 2021, ha tenido la desfachatez de compartir públicamente sus “suspicacias” sobre la “repentina” aparición del expediente, acusando intereses políticos.
¿Qué acaso no es obligación de Jara Cruz investigar a fondo a los candidatos de Morena?
¿Acaso la dirigencia de Morena no ha comprendido que los votantes exigimos candidatos capaces de probada rectitud y ética irreprochable?
El 28 de diciembre de 2016, la Unidad de Investigación Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Familiar de Tabares, Guerrero, fue interpuesta una denuncia contra Salgado Macedonio por violación agravada y despido injustificado, según la investigación de número 12030270100002020117.
Cuando hablo de que México ha cambiado lo suficiente, me refiero a que los políticos han dejado de ser juzgados por sus electores por razones estrictamente profesionales, ahora se exige que su trayectoria ética esté a la altura del cargo que pretenden desempeñar.
¿Con que confianza Félix Salgado Macedonio va a luchar para erradicar la violencia contra la mujer en Guerrero, si él mismo es un violentador?¿Con qué congruencia va a emprender acciones contra la impunidad, si él mismo la promueve y se ha beneficiado de ella?
Para manejar, digamos, el presupuesto de Guerrero, ¿Acaso confiamos en un personaje que se refiere a sí mismo en los términos que describen mejor a un charro cantor, una masculinidad tóxica, que a un hombre del siglo XXI, con capacidades para entender y resolver los problemas de su época y tratar con respeto y dignidad a quienes pretende gobernar?
“Yo tengo más negativos que positivos. Yo sé que no estoy compitiendo para cardenal, ni tampoco soy santo. Cuando me dicen: ‘Oye, hay que fortalecer aquí porque andas bajo’, la fama es mala, muy mala: mujeriego, parrandero, jugador, borracho. Todos los vicios de Gabino Barrera y de Simón Blanco me los juntaron. Yo así soy, soy incorregible, soy impredecible, todo lo que digan de mí es cierto”, ha dicho sobre sí mismo, según refiere la revista Proceso en su edición del 30 de diciembre del 2020.
Sí, es verdad, no se ha probado nada; el caso no fue judicializado, por lo que no sabemos si es cierto, o si no lo es. Pero para ser candidato de un partido de izquierda que ha hecho de la igualdad, la transparencia y la justicia su bandera de batalla, la presunción de inocencia no basta. La duda prevalece y debiera ser motivo suficiente para descalificar su participación en los comicios.
Si acaso la ética no rige las elecciones de los morenistas, la ley sí lo hace. Y la ley normativa 3 de 3, del Consejo General del INE, dice, a la letra, que las y los aspirantes a una candidatura no deberán encontrarse en ninguno de estos supuestos:
No contar con antecedentes de denuncia, investigación y/o procesamiento y, en su caso, no haber sido condenado o sancionado mediante resolución firme por violencia familiar y/o doméstica, o cualquier agresión de género en el ámbito privado o público.
No contar con antecedentes de denuncia, investigación y/o procesamiento y, en su caso, no haber sido condenado o sancionado mediante resolución firme por delitos sexuales, contra la libertad sexual o la intimidad corporal
Cuando hablo de que Morena no ha entendido la exigencia de sus votantes, me refiero a que es atrabiliario y decepcionante que se decida a promover como candidato a un personaje polémico y cuya trayectoria está opacada por acusaciones de índole sexual, impunidad y nepotismo, a pesar de que sus electores son recios opositores de estas prácticas.
Cuando hablo de que Morena no ha entendido la exigencia de sus votantes, también me refiero a que, más allá de la evidente insensibilidad, el mensaje es claro: no reconoce, no le importa y está al margen de la violencia contra las mujeres, uno los más graves y persistentes problemas de México y, por añadidura, le parece irrelevante que Acapulco figure como una de las más violentas ciudades en ese tipo de delitos.
No es cosa menor. Al intentar minimizar los antecedentes de violencia de género y violencia sexual de Salgado Macedonio, Morena participa ejemplarmente en las expresiones de desigualdad y prolonga las asimetrías de género, contribuyendo activamente al discurso machista y a la violencia feminicida. No, no es cosa menor que Morena postule a un personaje como Félix Salgado Macedonio. Es un retroceso en todos los sentidos.