México. Opinión.- Entre las dos cámaras, la de senadores y diputados, Morena tiene 156 legisladoras, de las cuales, sólo cinco de ellas se han pronunciado abiertamente sobre las acusaciones de violencia sexual contra el senador con licencia Félix Salgado Macedonio.
En la Cámara de Diputados, el partido oficial tiene 128 diputadas federales pero sólo 4 mujeres han levantado la voz sobre el caso Salgado Macedonio.
Con las 28 senadoras de Morena paso lo mismo, pues solo una, la presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, Martha Lucía Micher, mandó una carta apenas esta semana para aconsejar tibiamente a Félix que reflexione sobre el daño que hace su conducta al partido y a las mujeres.
No es de extrañar que la simulación ética y moral sea la dominante en la mayoría de las diputadas y senadoras morenistas, dado que llegaron a ese cargo por las complicidades, los acuerdos oscuros, y las marrullerías políticas.
No hay en estas personas, ninguna pizca de integridad moral. El supuesto compromiso con las políticas de género y con el género es solo una pose, una tendencia de temporada.
Si ahora que la situación lo amerita no tienen, ni el valor, ni la calidad moral para condenar actos de violencia contra las mujeres; en el futuro, no tendrán ninguna credibilidad, ninguna autoridad para hacerlo con cualquier otra persona.
Es una vergüenza que legisladoras de Morena, líderes del partido e integrantes del gabinete federal, que según han defendido los derechos de las mujeres, ahora se queden callados en torno a la inmoral candidatura de Félix Salgado, sobre quien pesan cinco acusaciones de violación sexual y busca la gubernatura de Guerrero.
Por temor a perder la chamba, o a ser segregadas y segregados de los círculos de poder las y los morenistas han preferido callar, traicionando sus propios principios.
Desde el 15 de febrero pasado, cuando Salgado Macedonio se registró como candidato de Morena, las mujeres del gabinete cercanas al presidente Andrés Manuel López Obrador, han guardado silencio en torno a las acusaciones.
Lo mismo la feminista jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, lo cual demuestra que el límite de ese tipo de feminismo militante es el poder. No es lo mismo condenar la violencia sexual que comete cualquiera personaje sin poder, al que linchan hasta la locura, que a un poderoso senador del partido del presidente.
Las únicas diputadas federales de Morena que promovieron un punto de acuerdo para exhortar a la Fiscalía General de Guerrero para que la brevedad concluya el estudio y análisis jurídico para determinar si procede o no la acción penal por el caso de Salgado Macedonio, fueron Lorena Villavicencio Ayala, Wendy Briceño Zuloaga, Rocío Villarauz Martínez y Laura Pérez Segura. Lástima que su exhorto fue ignorado.
Aunque un poco tarde, la senadora y presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género del Senado, Martha Lucía Micher, también tibiamente hizo un intento de exhortó “a la Comisión de Honestidad y Justicia, a la Comisión Nacional de Elecciones, al Comité Nacional de MORENA y al propio Félix Salgado Macedonio, a que reflexionen de manera exhaustiva y se decida lo mejor, priorizando los principios que nos rigen en la cuarta transformación: no robar, no mentir y no traicionar”.
Muy lamentable el compromiso moral con la defensa de las mujeres de los demás senadores y diputados de Morena. En el futuro, nadie los podrá tomar en serio cuando quieran otra vez sacar raja política del discurso feminista.