México.- “Uno como poeta, a lo que puede aspirar es a hacer algo que vaya en contra del silencio, como decía Alí Chumacero: “la lucha contra el silencio”, esa es tu apuesta por una trascendencia, pero no sabes si la alcanzarás o no porque es muy difícil juzgar el presente”.
Blanca Luz Pulido (Estado de México, 1956). Poeta, ensayista y traductora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
-Esta es la pregunta de cajón para todos los poetas: ¿qué es la poesía mexicana?
-Estoy de acuerdo con José Javier Villarreal en que es un conjunto multiforme que uno puede ver desde sus inicios. Ramon López Velarde, los contemporáneos, los modernistas, Amado Nervo, González Martínez, Diaz Mirón, hay tantas figuras, que se ha ido moldeando una identidad que es múltiple. Es como un monstruo de muchas cabezas, es una hidra, incluso hay unas cabezas que se pelean con las otras. Estuve escuchando críticas muy interesantes de Evodio Escalante, uno de los críticos más lúcidos que tenemos, donde hablaba de estas pugnas que hubo entre los contemporáneos y los estridentistas, que no es todo del mismo color, porque, por ejemplo, Gorostiza era bastante amigo de Maples Arce, a pesar de que hizo menos a los estridentistas. Sin embargo, es muy interesante lo que el estridentismo planteó, a pesar de que los contemporáneos, parece ser que dejaron más influencia en la poesía mexicana.
Rica y diversa, la poesía mexicana
“La poesía mexicana es un conjunto de diferentes tendencias, porque no hay hoy en día escuelas o movimientos en la poesía moderna, de hecho, no existen como tal. Sin embargo, sí hay poesías experimentales, corrientes como un poco más clásicas o que tienden más a una depuración al rigor de la forma, por ejemplo, Antonio Deltoro, Fabio Morábito o Eduardo Hurtado, Alicia García Bergua, que son poetas que, siendo lectores de la tradición, están innovando la forma de hacer poesía en México. Puedo decir que la poesía mexicana es muy rica, muy diversa y muy compleja”.
-¿Qué tanto el ego define al poeta y su trabajo?
-Depende de quién estés hablando. Estos asuntos, a veces hasta psicológicos, que tienen que ver con la forma de ser de cada poeta, no creo que se pueda generalizar mucho. Yo tuve la suerte de conocer a Eliseo Diego cuando trabajé en el Fondo de Cultura Económica, él era cercano a esa casa editorial, y era una persona de lo más sencilla, entrañable, ego, no. Tony Deltoro también, no es un poeta narcisista ni mucho menos. Aunque hay otros ejemplos en la poesía mexicana que no se puede decir que sea así, Octavio Paz era todo menos modesto y humilde (risas)… y algunos poetas que siguen un poco sus huellas. El verdadero artista no te echa en cara su narcisismo, no hace sentir mal a los demás. El peruano José Watanabe se veía que era un hombre de una sola pieza, un hombre que hablaba de su trabajo con la mayor tranquilidad. Antonio Porchia dice: las alturas orientan, pero tienes que estar en las alturas, algo así (risas), pero desde las alturas… Por ejemplo, Luis Vicente de Aguinaga, que es un poeta que respeto muchísimo, Hernán Bravo Varela, son poetas jóvenes, Paula Abramo que también es una poeta interesante; hay poetas jóvenes, hombres y mujeres, que tienen también otra actitud y además beben más del famoso canon, o de los poetas grandes con mayúsculas. Pero en general, la poesía mexicana sí ha sabido reconocer a sus ancestros, incluso, como dice Borges, “para qué aspirar a una sola tradición, si podemos tenerlas todas”.
Experimentalismo a ultranza
Blanca Luz, como catedrática, tiene la esperanza de que los escritores jóvenes, que apenas están empezando a escribir, puedan dar un retorno y volver a leer a autores de antaño que puedan llegar a tener una influencia en lo que escriben, porque considera que el experimentalismo a ultranza, está perjudicando a la buena poesía. “Lo vi en un libro que publicó alguna universidad, no recuerdo cual, era un trabajo como con diagonales y asteriscos ¡y eso era el poema! (risas)…”
Pulido ha sido influenciada por esa generación de poetas peruanos: Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Blanca Varela, Emilio Adolfo Westphalen, que también han sido muy importantes en México y han sido muy leídos por poetas de la generación del 50. “Pero yo me considero de una vertiente más como de Eliseo Diego”, nos explica, “que son poemas como con un equilibrio entre la emoción y el sentimiento. También Antonio Porchia y Jorge Luis Borges, y quienes no los leen se están perdiendo de mucho”.
Entre las mujeres menciona a Dolores Castro, Enriqueta Ochoa, Rosario Castellanos, Margarita Michelena, Griselda Álvarez, entre otras, a quienes considera grandes poetas.
-¿Qué sucede con la crítica?
-Es un problema que se ha ido metiendo como un problema editorial. Si tú buscas, por ejemplo, las grandes ediciones de poetas como Villaurrutia, no la encuentras fácilmente, ni Gorostiza, Amado Nervo, no la encuentras, es difícil. Y cada vez hay menos lugares donde ejercer una crítica, ya no digas una crítica muy sesuda de páginas y páginas; no, una reseña. Muchos suplementos te dicen, “no publicamos reseñas”. Antes existía, por ejemplo, Hoja por Hoja, hace años, ¿verdad?, pero era una buena publicación sólo de reseñas que era excelente. Ahora, en cambio, las reseñas son básicamente de narrativa, a la poesía no le entran, porque si publicas algo que no te parece, se te va encima la jauría.
-Sobre eso, ¿qué futuro tiene el libro físico frente a lo tecnológico?
-Es un asunto muy difícil de predecir. Cuando empezó este asunto del e-book hubo como un boom de publicaciones digitales, y qué bueno que haya muchos PDF’s. Yo haría más PDF’s y revistas digitales, y más en esta época donde hay que tomar en cuenta la ecología y no usar tanto papel, sin embargo, es triste que haya tan poquitas publicaciones en papel. El placer de leer el libro en papel no es sustituible por el libro electrónico. Hace años vino Alberto Manguel, invitado por el FCE, el de antes (risas)… muy borgiano, gran novelista, argentino, él decía, hablando justamente de eso que me estás preguntando, decía que el cerebro no funciona igual ante un libro que ante un e-book. En un libro puedes doblar la página, subrayar, saber en la página en la que estás, y los e-books no tienen páginas, ¡no sé por qué! En un libro está el olor de las páginas, los colores, la portada, los e-books no tienen ni portada, eso no importa, son como letras que caen. A pesar de que creo que más adelante algunos libros sí serán como e-books, como los diccionarios, que serán más fáciles de consultar, ahí sí nos van a aligerar mucho la vida. Y claro, ahora se lee menos. Y ahora vivimos en una rapidez… lo dice Bauman y algunos filósofos, que ya estamos rebasando nuestros propios límites de rapidez y de superficialidad, que hacen que la prisa nos coma la vida. Y ha habido una especie de degradación de todo el oficio editorial y creo que eso también tiene consecuencias en la misma escritura, que se vuelve un espectáculo cómico mágico musical (risas)… y fundes la literatura con la música y la pintura, y ¿por qué no?, con la danza de una vez… (risas)…
Verso libre y la nueva propuesta
-¿Piensas que el verso libre se puede renovar o ya dio lo que tenía que dar?
-Todo esto de la poesía es muy interesante en cuanto a la tradición, la experimentación. T. S. Eliot escribió un texto llamado La música de la poesía, y en él hablada de cómo cada generación tiene una herencia que recibe y también algo que innovar, algo nuevo que aportar. Sin embargo, no puedes aportar nada nuevo si no conoces la tradición y hay un momento de innovación que se tiene que asentar, es el momento tal vez de los continuadores, de los críticos, pero hay también un límite de lo que tú puedes innovar y que sea comprensible, que le diga algo a los lectores, es el reto. Si tú experimentas mucho, hay un momento en el que se empieza a deshilachar el sentido, que es un poco lo que le pasa al final a Altazor de Huidobro, que, aunque era toda una propuesta, al final son vocales, entonces ya no podemos regresar y poner las vocales de Altazor y pretender que significan algo. Ningún tipo de poema está muerto. Si el poema no te revela nada, el poema no existe, ya lo dijo Paz, “el poema es la consagración del instante”.
-¿Entonces, qué tipo de búsqueda, cuál es la propuesta del poema?
-En todas las obras de los poetas, habrá algunos poemas que te gusten más que otros, tú haces tu propia antología. Lo importante es que el poeta tenga claro que eso es lo que se busca, esa revelación, esa fulguración. O como dice Roberto Juarroz: “el poema es una búsqueda de la realidad”. Están esas dos corrientes, esos poemas más contemplativos y los que buscan ese sobresalto. Entonces un poema puede necesitar el verso libre, otro utilizar otras formas; por ejemplo, Eduardo Langagne escribe décimas muy padres, Waldo Leyva también, poeta cubano que ahorita está viviendo aquí.
Contra el silencio
-¿Es importante para ti la transcendencia como poeta?
-Creo que cada generación va eligiendo qué poetas son importantes, incluso algunas se brincan dos generaciones atrás para buscar a los poetas que para ellos son importantes o se van a otros países o a otra época, así como revaloraron a Góngora los poetas de la generación del 27 en España. Uno nunca sabe si tu lector ya nació o todavía no (risas).
“Uno como poeta, a lo que puede aspirar es a hacer algo que vaya en contra del silencio, como decía Alí Chumacero, la lucha contra el silencio, esa es tu apuesta por una trascendencia, pero no sabes si la alcanzarás o no porque es muy difícil juzgar el presente, juzgar a los jóvenes. Hay tanto que se escribe, tanto y tanto, que hacer juicios lapidarios es muy arriesgado e injusto, porque incluso algunos autores actuales todavía no han escrito su obra más importante. Y creo que se está escribiendo muy buena poesía en México y en otros países.
“Esta es una época sumamente difícil para la publicación y la difusión, lo que no quiere decir que sea muy difícil para la escritura, porque ya ves que bastantes generaciones han florecido en la oscuridad, en las censuras, en las guerras, y luego para publicarse pasaban años. La transcendencia es una palabra tan grande que es muy difícil definirla y, sobre todo, hablar de ella en el presente. Podemos hablar de ella hacia atrás, pero en el futuro es una neblina”.
Volver a leer desde la infancia
-Suárez Caamal me decía que la gente sí lee, tal vez poesía no, pero lee y que el problema es del sistema educativo mexicano. ¿Qué estrategia implementarías para que los niños, las personas, se interesen en la lectura?
-Supongo que lo primero que habría que hacer es ver qué libros leen los maestros y empezar a introducir lecturas durante las clases. Yo recuerdo que en mi infancia se leía mucho en clase, en voz alta…
-¿Que hubiera una clase estrictamente de lectura?
-Sí, por supuesto. Había antes un libro sólo de cuentos y de narraciones. Yo noto que ha habido una pérdida muy sustantiva de vocabulario en los muchachos; palabras no tan raras, no saben qué significan, y eso te habla de una lectura, a lo mejor no muy escasa, pero, ¿qué es lo que leen?, a lo mejor, como dice Caamal, leen mucho, pero leen blogs, Twitter, donde el leguaje es todo menos profundo (risas)… Y sí debe haber un programa de lectura de primaria y secundaria mucho más profundo. También habría que hacerse ediciones más económicas y ponerlas al alcance de la gente, pero no sólo el libro, sino a alguien que les explique el libro. Hace falta más maestros enamorados de la lectura. La educación en México tendría que mejorar mucho para que hubiera más y mejores lectores.
-¿Qué te sirve más a la hora de escribir, lo vivido o lo leído?
-Esa es una pregunta muy interesante. Decía el narrador inglés E. M. Forster que el escritor es un poco como un laboratorio para sí mismo, pero tiene que tener un límite, porque si quieres experimentarlo todo para escribir de ello, puedes dejar la piel en el intento, tu riesgo es no vivir más de los 20 años. Siempre tiene que haber un equilibrio. Mi querido maestro German Dehesa decía que los libros pueden ayudar a la literatura, pero también de lo vivido se alimenta lo que uno escribe, es una interacción muy compleja porque cuando lees lo de otros y te inspiras para escribir… como Borges, que no es que haya tenido una vida muy intensa, si no que su existencia fue sumamente literaria, para él el intelecto significaba tanto como la sangre que corría por sus venas. En la mayor parte de los autores se da un equilibrio, porque también puedes tomar temas de otros y desarrollarlos a tu manera, y los grandes temas son el tiempo, el amor y la muerte, no recuerdo bien, pero son los grandes temas. En fin, esa relación entre lo vivido y lo que se escribe, es apasionante.
-¿Hay envidias y elitismo en la poesía mexicana?
-Yo creo que lo hay en todo (risas)… Tienes poetas no tan buenos que publican muchos libros y poetas maravillosos que no pueden publicar. Son factores inclusos sociales, hay siempre una escala, en todas las artes.
Polarización cultural
-Esta es otra pregunta de rigor: ¿cómo ves el desempeño de la 4T en cuanto al manejo de la cultura?
-Es algo muy complejo. La cultura siempre ha tenido problemas. A menos que hayas nacido en pañales de oro tienes que hacer otra cosa para dedicarte a tu arte. Antes había instituciones que, aunque fueron priistas como Conaculta, fueron un respiro para muchas generaciones, ahora eso no sé si cambie para bien o para mal, pero está cambiando. Independientemente de este gobierno, yo espero que el que siga recupere una mayor inversión en libros.
“Ha habido un reacomodo que todavía no sabemos a dónde va. Además, nos tocó esta desgraciada pandemia, en la que se han tenido que reorientar muchos recursos a asuntos de salud. Yo no soy muy dada a meterme en asuntos políticos, pero esa regulación de que te lean el iris del ojo para poder tener un celular, espero que le den para atrás (risas)… Y siento que en asuntos de cultura es muy incierto y el balance al final de la pandemia, yo no sé, hay muchas cosas que incluso no se conocen, porque el tiempo actual lo tenemos sobre nuestros hombros, es muy difícil tener un diagnóstico, no sólo de lo que pasará, sino de lo que está pasando. Espero que los museos sobrevivan a todo esto, que se sigan teniendo apoyos, las editoriales están pasando por momentos muy complicados y esperemos que sobrevivan a todo esto y poder regresar a las librerías, que haya programas interesantes para todos. El país está muy dividido, en extremo, lo cual no me gusta para nada. Hay un fenómeno de polarización muy triste, en cultura y en todo. No puedes opinar algo porque se te echan encima los del otro bando, en un sentido o en otro. Como decía Leonardo Curzio, “hay que ser rabiosamente moderados”… (risas)… Pero es complicado, porque la moderación rabiosa o no rabiosa, se ve como tibia, se ve mal. Se ve muy mal la mesura, tiene que haber sombrerazos.
-Y, por último: ¿qué estás escribiendo actualmente, en qué proyecto trabajas?
-Tengo un libro que estoy trabajando desde hace varios años, pero todavía no estoy segura del título, ni dónde se va a publicar, no sé nada, se va a llamar Incertidumbre, como la canción (risas)… Hay un taller al que voy con algunos amigos escritores y he estado trabajando dentro de esta línea que me gusta de poesía muy directa, pero al mismo tiempo trabajando con mucho énfasis en la melodía, me gusta mucho la poesía con un ritmo especial, no hago muchas experimentaciones, pero sí trato de buscar un rigor, una conexión con el lector. Tengo algunos poemas sobre cuadros, me gustaría hacer un libro sobre asuntos pictóricos, estoy empezando a escribir sobre postales antiguas.
Y así terminamos la entrevista con esta enorme y carismática poeta y su idea de escribir un libro sobre postales. Entre sus libros más importantes podemos mencionar: Cerca, lejos. Antología personal (1986-2013) (2013) y Poderes del cuchillo (2015). En 2019, la Universidad Nacional Autónoma de México publicó una antología de sus poemas en la colección Material de Lectura, Serie Poesía Moderna, núm. 214. Desde 2009 es profesora-investigadora de la carrera de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.”