De repente un toquido en la puerta, es un libro de cuentos cortos y uno de los siete bestseller que ha publicado el escritor israelí, Etgar Keret.
Etgar Keret nació en 1967, es autor de cuentos, relatos, director de cine y uno de los representantes más importantes de la narrativa moderna.
De entrada, podemos decir que todos los capítulos de este libro son una burla a la cotidiana ‘condición humana’, desde sus títulos como: Mentiralandia, Quesu-Cristo o Hemorroide. Hasta sus finales llenos de tensión y simplicidad. De esos que te dejan con una pequeña sonrisa de incredulidad, como lo hacen los “finales” de la vida misma.
Muchos consideran que Etgar Keret es un exponente contemporáneo del realismo mágico, sin embargo, me atrevo decir que no creo que así sea, sobre todo, porque utiliza el “lenguaje de la fuerza” para aceptar lo perturbador, haciendo de la violencia algo común y corriente, creando una línea de realismo absurdo.
Por ejemplo, dice el autor: “a veces puedo ver a un tipo caminando por la calle con un bastón y siento ganas de patearle el bastón ¿sabes?, no lo hago, pero siento ganas de hacerlo, creo que hay algo liberador cuando no sólo lo suprimes sino que puedes aceptarlo, y aceptarlo no significa que lo hagas o aconsejes hacerlo, sino que es una buena salida para las emociones, y en lugar de incendiar algo puedes concentrar todas tus emociones en la ficción”.
Pienso que los textos de Keret son la excelente encarnación de una mente fantasiosa y perturbadora que abraza la realidad cotidiana de ¿Israel?, del mundo.
Es importante tener presente el contexto social en el que vive el autor, o simplemente asomar la cabeza por la ventana.
De los 39 relatos que integran este libro, me centraré en uno (porque claro, como ésta es una buena reseña, quisiera que ustedes leyeran los demás):
¿Qué traemos en los bolsillos? Es un relato de apenas dos cuartillas que me ha dejado con ganas de que todos lo conozcan desde que lo leí.
Escogí este cuento porque pienso que es uno de los que mejor expresan el manejo existencial que el autor acostumbra darle a la aparente trivialidad, digo ‘aparente’ porque en realidad con Keret no existe lo trivial. Aquí lo trivial es lo relevante, lo trascendente.
“[…] Todo lo que traigo en los bolsillos está ahí intencionada y premeditadamente […] para no encontrarme en desventaja cuando llegue el momento de la verdad.”
Es muy sencillo. Literalmente habla sobre estas preguntas que nadie nos hace sobre situaciones muy poco probables, pero que de forma deliberada desarrollamos en nuestra cabeza con precisión de detalle.
“¿Qué más traes en los bolsillos? Me preguntaría ella […] Y yo le contestaría sin vacilar: -Todo lo que puedas llegar a necesitar, cariño, todo lo que pueda llegar a hacerte falta.”
La voz narrativa que maneja Etgar Keret reside en los pensamientos, en monólogos interiores, creando una universalidad en sus personajes que nos hace estar en complicidad con sus fantasías.
“Eso es lo que traigo en los bolsillos […] Una pequeñísima posibilidad de que, digamos, cuando llegue la felicidad pueda decirle <sí>, en lugar de <perdón, lo siento, no tengo ningún cigarro/palillo/moneda para la máquina de bebidas>”
El autor nos hace ver que los debralles que rondan en nuestra cabeza, en realidad son parte importante de nuestra condición dramática.
Leer a Etgar Keret es como ir hablando con tu mejor amigo o compañero de trabajo en el transporte público camino a casa. Imagina que tu compinche fue a una súper fiesta, súper genial y súper loca; él te lo va contando. En su fiesta pasaron cosas extraordinarias que el transcurso del relato te hace abrir la boca, fruncir el ceño, preguntarte si lo que te dice es posible… Pero ¡es tu mejor amigo! claro que le crees. Porque dentro de toda su anécdota se asoma el encanto ridículo que tiene el diario.
Quizá por esto Keret ha dicho que “la literatura es una especie de laboratorio emocional”, porque muchas veces en la vida “se quiere hacer algo pero no lo haces porque puede ser agresivo, es decir, ves a alguien y quieres bailar con él; o ves a alguien y quieres besarlo, o ves un restaurante y quieres incendiarlo, no lo sé.
La primera edición de De repente un toquido en la puerta fue publicada en 2012; la tercera, en la cual estoy basándome, fue hecha en 2015. Es un libro distribuido por la editorial Sexto piso y tiene una traducción del hebreo al español por Ana María Bejarano. Disfrútalo.