Guerrero. Opinión.- Félix Salgado Macedonio anda libre porque el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo recibió órdenes de Andrés Manuel López Obrador de “no afectar al senador” durante la campaña. La carpeta judicial donde está acusado por violación ya está completa, dice la Fiscalía.
Salgado Macedonio es un rufián, un vomitable sinvergüenza que sin pudor alguno usa a su propia familia para lograr sus fines. Suplanta a su hija a la que usa de prestanombre para seguir haciendo campaña.
Félix está por su propia cuenta, Mario Delgado vino y lo abandonó. No quiere saber más del excandidato y su hija. La candidata de Morena es igual de impresentable que su padre, por eso es la única que Delgado no promueve en sus mensajes de Twitter como hace con las demás candidatas.
Según su enfermo plan, el Toro, piensa gobernador a través de su testaferro, de su hija, para pagar los millones de pesos que ya recibió por adelantado a cambio de la obra pública. Para sustentar esto, existe el testimonio de seis empresarios que ya le están exigiendo que les devuelva 6 millones de pesos que le dieron porque ya saben que Morena no gobernará Guerrero.
Félix les dijo que cuando gobiernen, a través de su hija, igual como ahora hace campaña, les pagará con obras el dinero que le dieron para la movilización de sus simpatizantes.
Pero sobre todo, la familia Salgado Macedonio pretende que el grupo del narcotráfico al que pertenece su consuegro tenga todas las facilidades, tenga el control.
Por eso, resulta aterradoramente descarado que el senador de Morena que tiene un consuegro que fue detenido por pertenecer a un grupo criminal, acuse de narco y sin pruebas, al candidato de la alianza PRI-PRD a gobernador, Mario Moreno Arcos, y de paso le quiera dar lecciones de honestidad y decencia.
Félix, el que usa a sus hijas como carne electoral para lograr sus metas, es el menos indicado para hablar de honestidad. Ni para recriminar a otros por sus actos. Es repugnante que señale “a los de enfrente” de corruptos, teniendo la enorme cola que arrastra cínicamente.
Resulta grave la acusación directa contra Ángel Aguirre a quien acusó, en un mitin donde suplantó a su hija, de haber sido el exgobernador quien desapareció a los normalistas: “una vez estuvo tres y la otra estuvo tres, y desapareció a 43 jóvenes”.
Y luego, olvidando que está acusado de violar a una mujer y de otros casos más de acoso sexual y corrupción, y de que presuntamente pidió “el favor” de “calmar” a la agente del ministerio público que lo investigaba, y que luego apareció muerta por un extraño robo de auto, dice:
“¿Eso quieren que aprendamos nosotros de ellos?, corruptos, asesinos, miserables, sinvergüenzas, cínicos, y todavía se ponen a dar clases de gobernanza, ¿Así quiere el pueblo que seamos como ellos? No”.
“El Toro sin Cerca”, escupe para arriba. Toda esa retahíla de atributos negativos que ve en los otros, son las cosas que lo definen a él mismo: es corrupto porque hasta la fecha se ha negado a transparentar sus bienes y no tiene forma de justificar de dónde sacó el dinero, 15 millones de pesos, para comprar la franquicia de la Jornada. Es corrupto porque tiene 35 años sin trabajar en otra cosa que no sea vivir del presupuesto público; nadie lo ha visto ejercer su dizque profesión.
Es miserable porque no dio la cara para enfrentar como hombre la acusación de esas mujeres violentadas. Se ocultó en el fuero de senador y uso su relaciones de poder para buscar impunidad, por eso el presidente Obrador, quien vulgarmente lo ha defendido, pidió a Astudillo no judicializar la carpeta “para no viciar la elección”, eso lo hizo hace un mes, más o menos, cuando le informaron que la investigación apunta a su probable responsabilidad y que será llamado a comparecer.
Es un miserable porque usa a su familia como escudo para matizar sus fechorías y su conducta enferma y torcida. Usar a su propia hija de testaferro, no lo ha hecho nadie de los otros a los que acusa de miserables y corruptos.
Salgado no solamente es cínico como lo demuestra al acusar a otros de lo que él mismo es y supera ampliamente. Es un hombre muy enfermo por la droga. Los drogadictos como él, no tienen límites morales, son mitómanos y manipuladores. Cuando sufrió los desmayos al inicio de su incipiente campaña, estaba sufriendo los efectos de la desintoxicación de la cocaína, “le había bajado al consumo” debido a la campaña, dijo alguien cercano.
La pregunta es más bien, si su pervertida vida y sus relaciones criminales, son lo que Guerrero necesita para salir de la miseria.
Que nadie se olvide que este político vividor, vendió la policía de Acapulco a dos grupos del crimen organizado, un hecho que dejó miles de muertes, hasta la fecha el turismo en ese puerto sigue dañado. Félix entregó completito el puerto de Acapulco a los Beltrán Leyva, ahí están los registros en la Fiscalía general de la nación. Ahora es lo mismo que pretende hacer, porque ya vendió a los guerrerenses al crimen organizado.
¿De qué honestidad habla este sátrapa? Es hasta una mentada de madre que alguien con su historial hable de Cuarta Transformación y haya imbéciles que se lo crean.