Guerrero. Opinión– Parece que por fin la Fiscalía a cargo de la maestra en Derecho, Sandra Luz Voldovinos Salmerón, se puso las pilas. Esta semana se anotó un importante logro al rescatar a tres de cuatro policías del municipio de Pilcaya secuestrados por un grupo criminal con presencia en esa empobrecida y abandonada región de la llamada Montaña baja de Guerrero.
También ya está en marcha la estrategia para dar con el taxista Francisco Imer Casarrubias García, originario de Mojoneras, municipio de Chilpancingo, desaparecido desde hace 21 días. Este día, la fiscalía puso en marcha una recompensa de 300 mil pesos que debe ayudar a conseguir datos para localizarlo.
El mismo recurso de la recompensas fue usado para dar con Yoseline Patricio, por quien ofrecieron un millón de pesos. La víctima fue rescatada pero no informaron si se debió a la recompensa. Antes, en 2019, el gobierno de Astudillo también uso las recompensas para dar con el paradero de los activistas Obtilia Eugenio Manuel e Hilario Cornelio Castro, por los que ofertó 2 millones de pesos.
Como sea, el caso es que la política de recompensas parece dar resultados y se aplica con más estrategia desde la llegada del maestro Ramón Celaya Gamboa, vicefiscal de investigación y un destacado especialista en delitos de alto impacto, inteligencia y procesos de seguridad.
El punto es que si ese recurso ayuda a que las familias pueden volver a tener a sus seres queridos de regreso, vale la pena, incluso formalizarla. Antes, a ningún otro fiscal se le había ocurrido tal medida que es la más ágil y práctica para ayudar en la ubicación de un objetivo buscado.
En el primer caso, cuando ya casi nadie se acordaba de esos policías secuestrados desde hacía casi un mes (el 29 de abril de este año, en Tatipac), este jueves, en una conferencia de prensa que ofreció el vicefiscal de investigaciones, Ramón Celaya Gamboa, informó que los agentes desaparecidos los tenía secuestrados un grupo criminal que además los había golpeado. Dijo que los uniformados fueron llevados a un hospital y se recuperan.
Indicó que los policías fueron localizados el jueves a las 15:00 horas en una vivienda del poblado de Taxco el Viejo, municipio de Taxco de Alarcón.
Lo único que faltó en esta información fueron los detalles de cómo logró la Fiscalía conocer la ubicación de las víctimas, y cuál fue el proceso de la investigación, pues el funcionario no refirió nada al respecto, pero al parecer, tampoco los inteligentes reporteros le preguntaron.
Este detalle que se pasó por alto, era muy importante para Fiscalía transparentarlo porque eso marcaría un antes y un después en la forma de operar. Esto es así porque por lo regular, debido a que la fiscalía nunca ha investigado nada, ni sus agentes tienen capacidad analítica, casos como el de estos policías se “resuelven” en condiciones extrañas, lo usual son por golpes de casualidad o por ‘pitazos’ de algún otro grupo criminal.
Ahiga sido como haiga, el caso es que la fiscalía de Sandra Luz se adjudicó un importante logro que ya le hacía falta, pues constantemente su iniciativa para regenerar esa institución es socavada por un personal con bastantes vicios y una tendencia a la corrupción increíble. Tal es el caso del agente ministerial que recién fue detenido por encabezar una célula dedicada a la extorsión.
A estos vicios y escaso sentido común y del deber, se debió fiasco que cometió la Dirección de Comunicación Social de la Fiscalía que casi estuvo a punto de echar a perder este importante logro de la Fiscal, pues con absoluta flojera y falta de visión estratégica, hizo un remedo de reporte, escueto y mal escrito que publicó para dar noticia del rescate de los policías.
Tuvo que ser el vicefiscal Ramón Celaya quien corrigiera el error y explicara los detalles del rescate de los policías de Pilcaya.
No cabe duda que uno de los activos más valiosos que tiene la Fiscal Sandra Luz, es el maestro en Derecho Ramón Celaya, un experimentado profesional del derecho y un consistente estudioso del impacto que tiene el respeto al debido proceso y la presunción de inocencia, a la hora de armar expedientes.
El consenso que existe sobre el actuar de Celaya es positivo y su presencia en la Fiscalía de Guerrero genera confianza y certidumbre, sobre todo, porque es uno de los pocos que no rehuye a la lectura y al análisis de los expedientes, sin prejuicios y sin los vicios habituales en esa fiscalía.
En contra, quizá se puede decir que debido al rezago criminal que le heredaron décadas de corrupción, el análisis y corrección de algunos asuntos se demora, todavía se tardan hasta dos o tres semanas en leer algunas cuantas páginas, por eso hay que ser cautelosos a la hora de repartir reconocimientos, mejor hay que esperar a que se comiencen a notar más esos resultados y los cambios.
Todavía hay infinidad de vicios ocultos y visibles que debe enfrentar la fiscal Sandra Luz y su equipo, pero primero tiene que ordenar la casa, pocos logros pero muy consistentes, justos y veraces, es lo que requiere Guerrero para volver a creer en esa institución.