Por Cecilia González
El Centro Cultural Kirchner (CCK), logró consolidarse, sólo tres meses después de su inauguración, como el espacio más importante en su tipo en América Latina gracias al caudal de público que colma exposiciones temporales y permanentes, conciertos, obras y talleres.
Todos los días, desde que abre sus puertas en el centro de Buenos Aires, el CCK recibe a una multitud de personas que recogen entradas gratuitas que reservaron por teléfono o internet, que van a las visitas guiadas o que se forman para ingresar a los espectáculos que se suceden en la variada programación.
El Centro es imponente por su sede, el antiguo Palacio de Correos reconocido como Monumento Histórico Nacional, y por su tamaño, ya que ocupa 110 mil metros cuadrados rediseñados en múltiples salas que rodean “La ballena azul”, una sala sinfónica de primera categoría.
“La ballena azul” se ha convertido en poco tiempo en uno de los lugares más deseados por artistas nacionales y extranjeros, gracias a su acústica y a la belleza de su arquitectura que permite que los mil 750 espectadores disfruten las presentaciones sin importar el lugar en el que queden ubicados.
Como la propuesta del gobierno es lograr que la cultura sea accesible, todos los espectáculos son gratuitos, lo que ha provocado que en escasos minutos colapsen las reservas para propuestas únicas como los recitales que ofrecieron la pianista Marta Argerich y el cantautor Fito Páez.
La gratuidad destaca al CCK de los otros centros culturales de su misma categoría que hay en otros países, como L’ Auditori, de Barcelona; el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid; el Tate Modern de Londres y el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou, de París.
En cada piso asoma el legado del fallecido expresidente Néstor Kirchner a través de frases como “vengo a proponerles un sueño”, que están plasmadas en mantas o videos en los que aparece su esposa y sucesora, Cristina Fernández.
Además, las salas albergan ahora exposiciones como “Cuídese mucho” de la artista plástica francesa Sophie Calle, otra sobre la historia del correo en el país sudamericano y “Traigo un pueblo en mi voz”, un conmovedor homenaje a la fallecida cantora Mercedes Sosa.
Una de las áreas con mayor convocatoria es el amplio salón en el que se recrea la oficina de Eva Duarte, la esposa del tres veces presidente Juan Domingo Perón que fue y será mejor conocida siempre con el nombre de “Evita”.
El lugar invita a un viaje al pasado, ya que se pueden ver montañas de cartas que le enviaban a la primera dama con peticiones que ella siempre respondía, además de que coordinaba las donaciones de la fundación que llevaba su nombre.
La sala Néstor Kirchner, por el contrario, sorprende por su curaduría minimalista, ya que apenas si hay un cuadro del expresidente, un juego de espejos con paisajes y minúsculos aparadores en los que se pueden ver fotos y videos.
Los niños tienen un espacio propio en el que, acompañados por una inmensa ballena azul y muchas medusas, ya realizaron talleres de dibujo que dejaron un saldo de cientos de obras que están en exhibición.