Acapulco, Opinión.- Abelina López Rodríguez, alcaldesa de Acapulco, intentó copiar a Andrés Manuel López Obrador encabezando un linchamiento popular contra reporteros.
Varios medios coinciden en que por la incapacidad para garantizar seguridad a residentes y turistas, pretendió silenciar a la prensa que informa sobre la violencia en Acapulco y azuzó a la gente para que agredieran a reporteros, esto fue el viernes de la semana pasada.
Alcaldesa Abelina, no es función de los que hacemos periodismo hablar bien de Acapulco, eso es el trabajo de ustedes los que gobiernan. Los periodistas hacemos periodismo y los publicistas publicidad. si Acapulco está mal en la seguridad ciudadana, si de Acapulco se dice que sus gobernantes son corruptos, es porque eso es lo que han sembrado. Para que se hable bien de Acapulco se necesita que se note el cambio, pero no es ejerciendo presión política, social o presupuestal contra los medios como eso se logra.
A la alcaldesa Abelina le molestó que los medios solo informen sobre la criminalidad en ese puerto turístico, pero es que no hay otra cosa mejor, pues los políticos y gobernantes locales solo han sembrado violencia y corrupción y eso cosechan. En Guerrero y Acapulco hace años no hay crecimiento económico, hace años no hay políticas pública eficientes, modernas y de resultados, lo que hay son las ganar de mentir, robar y traicionar de todos y todas.
López Obrador ha puesto el mal ejemplo de culpar a los medios ante las críticas que ha recibido, tanto por solapar la corrupción de sus cercanos, entre ellos de su hermano Pio, como la de sus funcionarios, amigos empresarios y gobernantes de su partido. Recuerden que López Obrador solapó a Adela Román.
Entonces, afirmar que ya no hay corrupción, solo porque lo dice el presidente, es como aceptar que hay unicornios rosas. Obrador siempre está socavando la imagen de los medios con sofismas baratos porque no quiere tener ningún contrapeso moral ni político. Pretende ostentar el totalitarismo de la opinión pública, que su opinión sea la única que valga.
Sin embargo, y pese a todo, López Obrador se cuece aparte. No es ningún politiquillo colgado de la imagen y el trabajo de otros. Los votos que logró para instalarse en palacio nacional, son votos ganados por él mismo. Entonces, son esos votos ganados por su trayectoria y cualidades políticas, cuestionables o no, en los que basa su autoridad para cuestionar el trabajo de algunos medios.
Primitivismo politico
No pasa lo mismo con políticos ejidales que llegaron al cargo por la inercia de la figura presidencial y de su partido. Esos y esas, no tienen en absoluto ninguna calidad moral ni política como para cuestionar el desempeño de los medios de comunicación, ni mucho menos para hablar de honestidad, su cargo es producto de la corrupción y el tráfico de influencias.
Los que hoy ocupan una diputación, una presidencia municipal, una regiduría no lo hacen por sus dotes morales, ni porque la gente los haya votado, tampoco son los mejores ejemplos de honestidad. Tienen esos cargos porque los ciudadanos votaron por la inercia de una figura, la de López Obrador y un partido, no las personas. De haber sido por personas ninguno de los que hoy ostenta un cargo lo tendría.
Entonces, la alcaldesa de Acapulco es de este tipo de políticos. Personas con calidad moral y política cuestionable. Tienen la obligación de ganarse el respeto de los ciudadanos haciendo bien las cosas. Muchos suponen que por el hecho de ostentar un cargo público, mágicamente ya los convierte en alguien respetable, pero eso es absolutamente falso y delirante.
El que ha sido una deshonesta, un abusivo, una mentirosa, o un hijueputa toda su vida, lo será aún más con el cargo público. El cargo no hace a la gente honesta, ni respetable. Esos son valores que se infunden desde la casa y en la niñez, no se aprenden de viejos. Si el ejemplo que tuviste de niño fue el de mentir, transar y traicionar, eso mismo vas a repetir toda tu vida.
Dice el dicho que el que quiera respeto que se lo gane. Y ese es el punto. Abelina debe ganarse el respeto de la gente y el respeto de los medios. Debe dejar de copiar modelos y conductas que no son ella misma. Para ser un gobernante verdadero se debe comenzar por su una persona íntegra, con ideas propias, con sentido de la moralidad política propia, con valores propios, no copiados.
Sin principios
Ahora se ha vuelto moda y hay mucha y mucho sinvergüenza diciendo que van a gobernar siguiendo el ejemplo de López Obrador. Muchos creen que con repetir esto lo están haciendo bien, pero no piensan que eso solo los exhibe como personas sin principios, personas vacías. Los valores sólidos se aprenden desde la infancia y en casa, no se copian de otros siendo adultos.
Si esas personas que hoy gobiernan y afirman que van a seguir los principios y valores de Obrador, hubiesen tenido padres honestos, padres severos que no permitieron la mentira, la transa y la deshonestidad de niños, hoy ninguno de ellos tendría por qué copiar los valores que dice el presidente sofista que posee.
Más que copiar López Obrador, esos gobernantes deberían tener principios de honestidad propios. Tener pensamientos políticos propios, ideas propias. Eso de decir que siguen los principios de Obrador es una aberración moral, es parte de la simulación y es parte de la corrupción institucional que ya existe. Hay una corrupción física y también una corrupción espiritual, una falsificación de los valores.
En resumen y volviendo, Abelina López necesita ayuda, pero primero debe ser consciente de que no sabe todo ni puede todo. En el manejo de la cuestión mediática, la alcaldesa no está bien. No tiene discurso y no tiene un plan. Suponer, como lo hizo Adela Román y los demás que han ocupado el mismo cargo, de que la comunicación política y social es solo mandar boletines con su nombre y pretender acallar y someter a los medios con base al manejo deshonesto de los recursos públicos para la publicidad gubernamental, es pavimentar el camino para el fracaso, porque eso ya ocurrió.
En Guerrero los que están a cargo de oficinas de comunicación social, siguen pensando como hace 20 o 30 años, siguen repitiendo el mismo esquema como si eso hubiera sido exitoso, y aunque así hubiese sido, ningún recurso es para siempre. La sociedad cambia y los medios aún más, aunque hay algunos que siguen anclados en el pasado creyendo que el periodismo es un negocio. Hay individuos que no saben ni siquiera escribir bien una nota, por eso solo suben videos al facebook, pero andan por ahí ostentándose como periodistas y extorsionando al estúpido o estúpida que se deje.
Comunicación social, propaganda personal
La gestión de la comunicación social es, sobre todo, una gestión de cálculo y habilidad política y marketing social, no se trata solo de mandar boletines incrustando a fuerza y burdamente el nombre de la gobernadora o la alcaldesa en cada párrafo, suponiendo como creen, que eso es difusión. Ese tipo de “comunicación” zalamera, es degradante, y lo único que pensaría quien los lea es que hay por ahí un ego muy enfermo y muy necesitado de reconocimiento.
La comunicación social es sobre todo creatividad, conocimiento para crear líneas discursivas efectivas modernas, eficientes, democráticas y, sobre todo, sensatas y coherentes. No cualquier ocurrencia es comunicable, ni tampoco se trata de copiar o adaptar frases que a otros le han funcionado, cada realidad es distinta, y quien no lo vea así, ahí está la muestra en el problema de Abelina con los medios.
La mejor comunicación social que puede tener un gobernante o un político, es hacer bien las cosas, ser íntegro, ser honesto, y cumplir. No hay necesidad de que se usen boletines y comunicados para pretender crear una imagen pública que no corresponde con la realidad. El ejemplo de ese tipo de comunicación falsa y primitiva se puede constatar con la exalcaldesa de Acapulco, Adela Román y de Héctor Astudillo. Quien quiera aprender puede revisar sus boletines infames.
La comunicación social es como dice la ley en la materia: para difundir acciones de gobierno, para informar a los ciudadanos sobre los reglamentos, sobre los programas, sobre los servicios que oferta la comuna o el estado y sus formas de acceso. Debe servir para acercar al ciudadano los servicios y las políticas públicas. No es para promocionar a ningún gobernante; los que están a cargo de esas oficinas deberían saberlo, porque hacer lo contrario es violatorio de la ley, tienen a su cargo recursos públicos y usarlos para fines que no son los que la ley autoriza es un delito.
La constitución prohíbe el culto a la personalidad y el uso abusivo de los recursos públicos de la comunicación social para estos fines. Sin embargo, la mayoría los ignora, incluso en el ámbito del Poder Legislativo. Allí hacen lo mismo que en el gobierno local, exactamente lo mismo. Se usan los boletines para pretender posicionar la figura del legislador más afín, el que puso en ese cargo al encargado de Comunicación Social. El resultado es burdo y se pierde la esencia de lo que es la comunicación legislativa, informar de la sesiones y dar a conocer el trabajo legislativo realizado, no los anuncios o las opiniones babosas de los diputados que pretenden así evitar pagar por su propia publicidad.
Recursos públicos
Por último, no está demás que los nombramientos en esta área sean evaluados no solo con base a cuantas boletines se publican en un medio, sino con base a la efectividad para construir una narrativa efectiva, coherente y que coloque a la institución como un ente al servicio de la sociedad, no solo como medio para que los políticos se sirvan y no paguen por su publicidad personal.
La publicidad gubernamental es un bien al servicio de la sociedad no de los políticos. Los recursos de los que se disponen son recursos públicos, no es dinero de los gobernantes, y la obligación es administrarlos de manera eficiente y plural. Es decir, los contratos de publicidad deben ser con base al número de lectores, con base a la capacidad que tienen los medios para construir opinión pública, a su alcance, eficacia, profesionalismo y respetabilidad, así como a los recursos humanos de los que dispone y a su cumplimiento fiscal.
Repartir el dinero de comunicación social de acuerdo a criterios sosos y viscerales, sin métricas de audiencia o de usuarios, entregando dinero a supuestos comunicadores solo porque publican un video en facebook, o el boletín en algún blog donde se publican cosas sin la mínima calidad, es desperdiciar el dinero público y degradar la comunicación social. Este tipo de “criterios” que hasta la fecha se sigue imponiendo, es la mejor manera de garantizar que, en lugar de ayudar a mejorar la imagen de la institución y de su titular se degrade. Hay mucho terreno por recorrer hacia la modernidad en esta área.
Por lo pronto, tanto Abelina López como la gobernadora Evelyn Salgado deberían comenzar sus mandatos profesionalizando y modernizando más estas sus áreas de comunicación social. Si pretenden hacer gobiernos distintos, gobiernos con un sello propio no deberían seguir usando los viejos criterios de la Comunicación Social, el de si te callas y no criticas te premio, pero si informas y analizas y opinas diferente te castigo, o del amiguismo: si no te conozco, no entras en los convenios. También deberían priorizar los recursos y contratar medios que valgan por su alcance, penetración, seriedad, y niveles de audiencia, eso garantiza que lo que se busca comunicar llegue a los públicos objetivos y además obliga a la modernización y profesionalización de periodistas y medios.