Tabasco es uno de los estados más petrolizados del País. En la zona costera, pantanosa y serrana, hay gas y petróleo. Es decir, en todas partes.
La actividad petrolera cumplió unos cincuenta años: ¿Qué tabasqueño no trabajó en el siglo XX en Petróleos Mexicanos? Si el PRI ya vestía a sus habitantes con playeras y gorras, PEMEX los calzó con botas y les cubrió las cabezas con cascos.
Los capotes amarillos y grises (para cubrirse de la lluvia) de PEMEX se usaban en los meses de lluvia. Se vestía de PEMEX aunque no se trabajara en la empresa. La mayoría estaba feliz con PEMEX porque les proporcionaba vestimentas.
Sin embargo, entre 1980 y 1990 comenzó una “crisis” en la paraestatal y miles de trabajadores fueron despedidos: ¿Qué sucedió? Los que habían abandonado sus tierras regresaron para sembrar de nuevo, pero éstas ya estaban contaminadas.
El tema de la crisis fue una invención y la razón es la siguiente: PEMEX redujo el número de empleados, pero las compañías (extranjeras) petroleras asumieron las tareas de exploración y producción, y con ello la contratación de personal de confianza, sin generar antigüedad como sucedía en PEMEX. La reforma energética siempre fue un plan del PRI, sólo que se interrumpió durante los 12 años de gobiernos panistas. El propósito siempre fue desmantelar a la paraestatal desde el momento en que los políticos y empresarios dimensionaron que había más negocio privatizándolo. ¿Y antes? Antes ocurrió que PEMEX representó la gallina de los huevos de oro, los huevos negros. Con el dinero de PEMEX, el PRI ganó elecciones.
Tabasco dejó de ser un edén y el estado tropical que dibujó en su poesía, el poeta Carlos Pellicer Cámara, se manchó. En los primeros años del siglo XIX, el poeta Teodosio García Ruiz publicó el poemario Nostalgia de Sotavento. Esboza aquellos días en que la empresa PEMEX, sus líderes y sus obreros aparecieron en Tabasco para sacar el tesoro del subsuelo, con ese afán de darles prosperidad a todos sus habitantes.
Cito a García Ruiz (UJAT, 2003):
Qué más le pido a la vida. Soy Cabo de oficios, amigo de La Quina y Barragán Camacho, compadre del Jefe Departamental y uña y mugre de los ingenieros
Todos mis hijos son petroleros. Para qué estudiar.
Son de planta, no buscan chamba, ni hacen colas: tienen sus recomendados y están bien.
Como en las viejas fotos de la infancia, los campos petroleros. Orquídeas negras desperdigadas en una tierna selva.
Un pozo explota y desborda sus aceites
En Tabasco todos han saqueado el oro negro. Lo ha hecho el presidente, los gobernadores y los alcaldes. También los líderes sociales que han hecho de la industria de la reclamación su modus vivendi. Los políticos (PRI, PAN, PRD), los empresarios nacionales y extranjeros, y últimamente los mafiosos que roban gasolina en las tuberías de Petróleos Mexicanos.
Cantaba el compositor tabasqueño, Manuel Pérez Merino, que en los asuntos del petróleo y PEMEX “siempre anduvo metido el diablo allí”
Aunque se sigue extrayendo el petróleo, la calidad de vida ha disminuido en el estado. Cada día hay explosiones, derrames, fugas y muertes. Hasta los pobres roban gasolina porque el gobierno no les da trabajo ni los genera. Menos ahora que gobierna el PRD, después de 83 años de gobiernos priistas.
Tabasco es una tierra incierta, una bomba de tiempo.