Ciudad de México (Lerio).- Nacer, crecer, vivir y morir son las etapas de la vida, pero cada una de ellas es como una cadena de hechos que nos llevan a definir cómo serán nuestros últimos días de vida.
La carta de un hombre a su exesposa que se suicido, es la más clara prueba de que malas decisiones pueden provocar la muerte o suicidio del ser que más amamos.
El hombre de casi ochenta años se encuentra en una vieja cafetería, donde redactó un tormentoso mensaje para su querida Margaret.
“Querida Margaret, aún recuerdo hace 60 años cuando llegaste a esta cafetería hecha un bello desastre, tirando torpemente cada objeto que alcanzaban tus manos, tu falda tenía un atuendo único con el moño desgarrado que habías improvisado, decías que no era fácil librarte del perro de la cuadra.
Con tu cabello despeinado, manos parloteando por todos lados y una sonrisa insaciable, supe eras especial. La hice de mosquetero, mandadero y todo lo que pudiese llevarme hasta tu corazón, la conquista no fue fácil puesto que tenías un espíritu libre e indomable.
Al cumplir el año justo en esta cafetería, en la tercera mesa color rosada debajo de aquella vieja lámpara, aceptaste te pretendiera y fue así como al año te podía llamar esposa. Tus virtudes, innumerables, ¿recuerdas cuando dibujabas sobre las servilletas de aquel café por las mañanas? se volvieron hojas ¿y ese nombre con el que firmabas al llegar la paquetería? se volvió una marca.
Me enseñaste que querer es poder y quería darte lo mejor, es por eso que día a día trabajaba para que fuese así; llegar y encontrar una chispa de alegría hacía de casa un hogar.
Recuerdo más cosas bellas que tristes y espero sea así de tu parte, por eso deseo pedir perdón por aquella primera borrachera que me puse, no creí que ese detalle volviera las cosquillas golpes, los te amo en insultos y tu alegría en amargura.
Perdón si te hice caer en depresión y tomaba dinero de tu bolso para mantener mi alcoholismo, sé fui un idiota cuando paseaba frente a tus ojos a Silvia, Ana y Estela; no sé cómo de ser tu todo me volví nada y tú de ser mi reina te volviste esclava.
La marca en tus muñecas son más culpa mía que tuya, el ser estéril no era lo que te hacía agonizar, sino el ver que nuestro hogar se volvía una casa.
Perdona si marchite el jardín de tu alma y borré la sonrisa de tus labios, pensé te amaba más que a mí vida, pero creo nunca supe quererme.
Hace veinte años que no celebramos nuestro aniversario y hace diez que te fuiste. No dejaré de venir y hablar contigo hasta que la foto que tengo de ti en mi memoria, se vuelva igual que a la que tomaron el día de nuestra boda”.
La tristeza de este anciano es parte del escrito literario Querida Margaret del blog Lerio, sin embargo, así con este hombre, podemos apostar que miles de personas pierden el sueño por sus fantasmas o remordimientos.