Acapulco. Opinión.- Dice el poeta sinaloense Mario Bojórquez que “todos tenemos una partícula de odio”, porque es un sentimiento consustancial al ser humano, así como lo es el amor.
Cuando Enrique Peña Nieto dijo que la corrupción es parte de la cultura mexicana, le faltó precisar que la corrupción es práctica consustancial de toda la clase política mexicana.
Cuando digo clase política mexicana, me estoy refiriendo a las y los políticos de todos los partidos, porque la corrupción tampoco distingue géneros.
En Guerrero, los políticos del pasado (priistas y perredistas) que hoy son los adversarios del presente, al parecer aprendieron de esa gran lección que les dejó la corrupción.
Hoy tienen un poco de pudor y de vergüenza con la gente, cuidan que el manejo de los recursos sea lo más transparente posible, o al menos, ese es el mensaje que quieren dar a sus electores.
Por lo contrario, los políticos guerrerenses morenistas, que hoy son oficialistas, esos neoperredistas que ahora enarbolan la bandera de la honestidad, no se cuidan ni les preocupa los actos de corrupción que cometieron y siguen cometiendo porque se sienten protegidos por el manto protector de honestidad de AMLO, cada vez más impuro por sus actos del presente.
Así como todos tenemos una partícula de odio, todos tenemos un acto de corrupción en nuestras vidas y quien diga que no, que arroje la primera piedra.
Los neoperredistas-morenistas saben lo que hicieron en el pasado, saben que se quedaron con dinero, con terrenos, con gestiones, que no era de ellos; saben que utilizaron el poder para dejar de manera permanente a hijas, sobrinos, novios, amantes, etc., trabajando en la administración pública. Saben que hicieron transferencias a familiares, que utilizaron al personal de gobierno para fines particulares, que pagaron perfumes y viajes particulares con recursos públicos.
Esos neoperredistas-morenistas saben que se quedaron y se siguen quedando con moches de la obra pública de Acapulco, saben que siguen practicando los sobre precios. Todos lo saben y lo niegan.
Esos neoperredistas que hoy pretenden olvidar su pasado corrupto, quieren aprovechar esta transición y venderse como algo que no son, porque en el fondo, de ganar Guerrero, volverán a ser lo que nunca han dejado de ser: vividores corruptos del presupuesto público.
Los únicos que podían tener calidad moral en Morena y prácticas diferentes, no son los candidatos ni a gobernador, ni a alcalde de Acapulco.
El resto, los que sí son candidatos, tienen un amplio repertorio de corrupción, son los que ven la paja en los ajenos y no la viga en el propio.