México. AP.- Había una vez un pez pequeño llamado “tequila splitfin” o “zoogoneticus tequila” que nadaba en un río en el oeste de México, pero desapareció en la década de 1990. Los científicos y residentes, sin embargo, han logrado el regreso de una especie extinta en la naturaleza, pero conservada en cautiverio, a su hábitat nativo.
Su éxito ahora está entrelazado con la identidad de la comunidad y su promoción internacional.
Comenzó hace más de dos décadas en Teuchitlán, un pueblo cercano al volcán Tequila. Media docena de estudiantes, entre ellos Omar Domínguez, comenzaron a preocuparse por el pececito que cabe en la palma de una mano y que solo se había visto en el río Teuchitlán. Había desaparecido de las aguas locales, aparentemente debido a la contaminación, las actividades humanas y la introducción de especies no autóctonas.
Domínguez, ahora investigador de 47 años de la Universidad de Michoacán, dice que entonces solo los ancianos recordaban el pez llamado “gallito” o “gallo pequeño” por su cola anaranjada.
En 1998, los conservacionistas del zoológico de Chester en Inglaterra y otras instituciones europeas llegaron para ayudar a establecer un laboratorio para la conservación de peces mexicanos. Trajeron varias parejas de peces tequila splitfin de los acuarios de los recolectores, dijo Domínguez.
Los peces comenzaron a reproducirse en acuarios y en pocos años Domínguez y sus colegas apostaron por reintroducirlos en el río Teuchitlán. “Nos dijeron que era imposible, (que) cuando los devolviéramos se iban a morir”.
Entonces buscaron opciones. Construyeron un estanque artificial para una etapa de semi-cautiverio y en 2012 pusieron allí 40 parejas.
Dos años después, había unos 10.000 peces. El resultado garantizó la financiación, no solo del zoológico de Chester, sino también de una docena de organizaciones de Europa, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos, para trasladar el experimento al río.
Allí estudiaron los parásitos, los microorganismos en el agua, la interacción con los depredadores, la competencia con otros peces y luego los introdujeron en jaulas flotantes.
El objetivo era restablecer el frágil equilibrio. Por esa parte, la clave no fueron tanto los científicos como los residentes locales.